martes, 27 de agosto de 2019

Análisis en torno a la política y al poder


Luisa María Cardozo
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Análisis en torno a la política y al poder
Con la visión aristotélica acerca del origen del Estado, que parte de la idea de que cada ser esta destinado a desempeñar una única tarea en el mundo, se comienzan a generar relaciones de poder diseñadas para mantener un orden social. Para Aristóteles un Estado era un conglomerado de comunidades, que a su vez estaban conformadas por diferentes núcleos familiares; en el interior de estos últimos ya se gestaban jerarquías que ubicaban al hombre como máxima expresión de la razón y el poderío, mientras que la mujer y el esclavo se encontraban relegados a la voluntad este.
De esta forma el poder y la jerarquía, que nacen en la familia, tienen su máxima expresión en el aparato del estado que se propondría reprimir todo lo que lo amenazara, por medio de la creación de instituciones e ideologías, que reafirmaran y perpetuaran su poderío.
Como consecuencia de esto se crea un sistema represor, contra el cual el pueblo ha tratado de revelarse en diferentes ocasiones, sin conseguirlo realmente. Para Foucault el problema radica en que, a pesar de luchar por un cambio radical en el funcionamiento de la sociedad y del estado, nos seguimos acogiendo a los mismos mecanismos de participación y judicialización que maneja el gobernamiento burgués.
Un ejemplo de la conservación de estos mecanismos es la aparente necesidad de escoger representantes o jueces que actúen en nombre del pueblo; estos al no poder ser intermediarios completamente objetivos, provocan disconformidades que terminan fragmentando a las masas, quitándoles todo el poder y libertad que habían adquirido. De esta forma, el poder del pueblo se inestabiliza y se vuelve susceptible para que la burguesía retome el control, reforzando los mecanismos e instituciones para mantener al pueblo en disputa.
Este sistema de “representantes” también tiene la falencia de tratar al pueblo como ignorante; dar por sentado que no puede, ni debe participar en las decisiones de estado porque no tiene la capacidad de entender su magnitud. Actualmente esta idea se ha reforzado hasta tal punto que el pueblo mismo se cree incapaz de participar activamente en las decisiones de gobierno, y muchas veces no se interesa en hacerlo.
El olvidar nuestro poder como masa nos ha convertido en seres egoístas y con falta de visión, causó que aquello que inicio como una revolución, que prometía una oportunidad de arrancar de raíz un sistema que por siglos nos estuvo reprimiendo y utilizando como un simple instrumento de perpetuación del poder, terminara en un simple ejercicio delegativo. Nos faltó creatividad para generar nuevos mecanismos normativos e impartir justicia, perdimos nuestra oportunidad y con ella nuestra libertad. Cada vez nos importaron menos las decisiones que tomaron y se siguen tomando en nuestro nombre, y en algún punto olvidaremos que teníamos voz.
Lo anterior solo demuestra la fuerte influencia que tiene la burguesía sobre el pueblo, incluso cuando este intenta revelarse en su contra. Con cada intento de revolución, esta ha mutado para volverse mas fuerte, mas inteligente y, por ende, mucho más difícil de derrotar. Además de esto, cuenta con una de las armas más poderosas: la división de masas.
Después de la revolución proletaria quedo claro que ya no podría seguir reprimiendo directamente al pueblo, debía idear una nueva estrategia para mantenerlo sublevado. La burguesía comenzó a introducir una nueva idea de libertad que no funcionaba desde un punto de vista colectivo, no era una libertad de masas, era una “libertad del sujeto”, la misma a la que Foucault se refería como libertad “humanista”. Debía existir una ruptura de la condición de individuo (viéndolo como una parte de un todo indivisible) para dar paso a la condición de sujeto (entendiéndolo como aquel que está sometido, que depende de algo para sobrevivir). En este caso la libertad funciona como una pantalla de humo, se esta tan preocupado por si mismo que deja de interesar lo que ocurre alrededor: es una libertad subordinada.
Pero además de la división popular, la burguesía cuenta con otros métodos para evitar una insurrección. Uno de ellos, como ya se mencionó, son las instituciones que replican las ideologías y valores represores; una de ellas es la escuela. En esta institución, se enseña al futuro proletario solo lo que se considera “necesario” dentro de los intereses de la burguesía. Foucault enfatiza en este hecho dando un ejemplo de como se enseña la historia de forma fragmentada: se exaltan los conflictos dentro de la burguesía, se minimizan las luchas sociales y cualquier vestigio de la historia que pueda incitar un sentimiento de rebelión; se parte de las luchas del pasado y no se habla de problemas contemporáneos; nunca se habla de lo que causo una ruptura de una época a otra, etc. Otro ejemplo de manipulación de la perspectiva histórica es cuando se habla del “descubrimiento de América”, que en realidad fue el inicio de lo que seria una masacre, una completa destrucción de nuestra cultura y civilización que ya nunca se podrá recuperar.
De todo lo que se ha mencionado, se puede concluir que las grandes oportunidades de una verdadera revolución ya pasaron y que actualmente, la única forma de recuperarlas es por medio de la ruptura de la idea de libertad pensada desde el punto de vista del sujeto. Pero salir de este largo ensoñamiento no será sencillo, no será algo lento y progresivo; tendrá que ocurrir algo significativo para que volvamos a pensar de forma colectiva, no como un conjunto o cumulo de sujetos diferentes entre sí, sino como un todo indivisible, que comparta un objetivo en común y que además tenga una visión. Sin este último elemento volverá la confusión, la desestabilidad y vulnerabilidad que solo daría paso a una nueva mutación del gobernamiento burgués.


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