Por medio de la proyección
del documental “el testigo” (Caín y Abel) pudimos tener un acercamiento a la
admirable obra de Jesús Abad Colorado, quien viajo por toda Colombia documentando
el conflicto armado, no solo como un receptor pasivo sino como alguien que ha
vivido la guerra en carne propia y, por ende, entiende el sufrimiento y el dolor
que esta lleva consigo.
Los protagonistas de la exposición
de “El Testigo” son las víctimas del conflicto armado, aquellas personas que
han vivido con miedo toda su vida gracias al sinsentido de la guerra. La crudeza
y el dolor que expresan en las imágenes solo es un indicio, un pequeño
acercamiento al padecimiento de un pueblo inocente. Pero las fotografías no hablan
por sí solas, detrás de cada una de ellas hay un testimonio, una historia cuya continuación
muchas veces es incierta, pero gracias al documental, podemos hacer parte de
muchas de ellas y conocer a las personas detrás de estas imágenes. Durante el conversatorio,
Jesús Abad Colorado menciono al respecto: “las fotografías son susceptibles a
ser manipuladas si no hay detrás el testimonio de quienes la protagonizan”
Toda esta situación nos
hace reflexionar no solo sobre las circunstancias entre la guerra
paramilitares-
estado- guerrilla, sino en lo que ha pasado después de ello, tras la firma de los acuerdos de paz. Estos acuerdos independientemente de los errores que tuvieran, eran una clara oportunidad de descansar, de intentar ver más allá de las balas y por una vez plantarse la posibilidad de un futuro. Pero ahora con los asesinatos mediáticos a los líderes sociales, respecto a los cuales Jesús Abad Colorado afirma que “asesinar a un líder social es como matarle el alma a un pueblo”, el panorama se ensombrece nuevamente, parece como si estuviéramos inmersos en un círculo vicioso de violencia del que, a pesar de nuestros esfuerzos, nunca podremos salir.
estado- guerrilla, sino en lo que ha pasado después de ello, tras la firma de los acuerdos de paz. Estos acuerdos independientemente de los errores que tuvieran, eran una clara oportunidad de descansar, de intentar ver más allá de las balas y por una vez plantarse la posibilidad de un futuro. Pero ahora con los asesinatos mediáticos a los líderes sociales, respecto a los cuales Jesús Abad Colorado afirma que “asesinar a un líder social es como matarle el alma a un pueblo”, el panorama se ensombrece nuevamente, parece como si estuviéramos inmersos en un círculo vicioso de violencia del que, a pesar de nuestros esfuerzos, nunca podremos salir.
Pero gracias al
documental podemos reflexionar y admirar respecto a este tema y a la fuerza de los
sobrevivientes, sobre como lograron superar lo insuperable, trascender el
conflicto e intentar sanar. Esta no es una tarea sencilla, pero el hecho de que
muchos de ellos hayan podido volver a sonreír, a sentir paz, a perdonar y a
rehacer sus vidas es un testimonio latente de que el dolor no es invencible, y
de que tenemos la oportunidad de que el odio por fin deje de herir
profundamente a un país que ya está cansado de sangrar.
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