Una
visión de América Latina más allá de la colonialidad
La
presente reflexión se realiza en el marco de las exposiciones finales de
Problemas fundamentales de la política, y tiene el objetivo de abordar la reivindicación
de la identidad cultural latinoamericana, así como entender nuestra historia
como continente. Esta última nos permite tomar consciencia acerca de la
importancia de frenar el proceso de colonización que por tanto tiempo ha
avanzado como un virus a lo largo de nuestro territorio.
En
primer lugar, es importante reconocer los diferentes tipos de colonialización,
ya que no solo se trata de adueñarse de un territorio sino de consumir una
cultura y reducirla a cenizas. Entre estas, se encuentra la colonialidad del
pensamiento que se encuentra implícita en cada aspecto de nuestras vidas y que
controla nuestra forma de actuar y de ver el mundo. Un ejemplo de esto es
cuando nos referimos a nosotros mismos como un país o un continente
tercermundista o en “vía de desarrollo”; esto solo es una forma en la que
demostramos subordinación y pone como evidencia el hecho de que siempre nos
comparamos con el modelo occidental, queriendo ser como aquellos que nos
arrebataron todo: nuestras creencias, prácticas culturales, cosmogonía y lenguas.
Si
tomamos uno de estos ejemplos en concreto, como el caso de nuestras lenguas
ancestrales, es evidente que al imponerse una lengua se impone una forma de ver
el mundo. Esto ultimo ocurre debido a que habitar una lengua significa habitar
una cultura, por lo que la imposición del español en Latinoamérica causo una reducción
directa que provocó un sentimiento de negación de lo propio; ya que, incluso
hoy en día, reconocemos al español como lengua de mayor prestigio que las indígenas,
e incluso existe un ideal de superioridad del inglés como lengua civilizada que
mueve el mercado impulsado por el proceso de globalización.
En
este sentido, es necesario mencionar la existencia de la colonialidad del
territorio, que subyace en el pensamiento y la ideología que sostiene el
capitalismo, y que consiste en la apropiación forzada de los recursos (que le
pertenecen a la población, no al gobierno, ni al sector privado) para lucrarse
a partir de la explotación de la tierra. Este proceso es un engranaje básico
del sistema capitalista, que se alimenta gracias a la plusvalía que genera la
explotación laboral, y que lucra a un grupo reducido de terratenientes y dueños
de los medios de producción.
La
colonialidad, a su vez, se construye con base a ideologías como la
nacionalista, que por definición genera un sentimiento de orgullo en defensa de
una causa y refuerzan la idea de superioridad de una cultura frente a otra. Podemos
tomar como ejemplo a Hitler y el nacismo alemán, pero esto no significa que sea
el único nacionalismo que cobro la vida de millones de personas que consideraba
inferiores: el nacionalismo que se impregnó en Estados Unidos durante la guerra
fría es otro ejemplo claro de esto. Durante esta época, los estadounidenses creyeron
firmemente en su gobierno y en el ideal de frenar el avance comunista en el
mundo, que los llevaría hasta el punto crítico de la guerra de Vietnam. Durante
esta guerra, Estados unidos envió una enorme cantidad de tropas a Vietnam del
sur para frenar el comunismo del Viet Cong (guerrilla de vietnam del norte);
sin embargo, con el paso de los años la situación en la guerra empeoro y la razón
por la que Estados Unidos se mantuvo en el frente se redujo a un intento por
salvar su orgullo y su posición de prestigio ante la comunidad internacional.
Luego
de la invasión que se dio durante la guerra, los vietnamitas se enfrentaron al
reto de reconstruir su cultura y forma de vida (que principalmente era rural y
se basaba en las plantaciones de arroz). Esto debido a que los estadounidenses habían
traído con ellos el dinero, la vida basada en el consumo y las dinámicas de mercado
propias del capitalismo
Con
este ejemplo, queda implícita la necesidad de que los continentes y culturas subordinadas
al pensamiento occidental se unan y luchen por recuperar sus raíces ancestrales,
así como la reivindicación de sus derechos. En el caso de Latinoamérica,
continente que ha sido históricamente explotado, estamos en la obligación de
aprender y enseñar la cultura de nuestras comunidades indígenas y hacer partes
de sus luchas, reconociendo que no están peleando por ellos, sino por la reconstrucción
de la identidad de todo un continente.