La
Edad Antigua es el período historiográfico que se inicia aproximadamente
entre el 4.000 y 3.000 antes de Cristo, con la aparición de la escritura y
finaliza con la caída del Imperio Romano de Occidente, en el siglo V después
de Cristo. Durante este periodo, en el ámbito político, existieron dos formas
de gobierno fundamentales:
La Ciudad: la Polis griega
La
Polis era una pequeña comunidad independiente y con autogobierno, integrada
por la ciudad y su territorio. Esta entidad soberana, poseía una economía
básica agropecuaria, y su centro cultural y político estaba en la ciudad, la
cual tenía un urbanismo y una arquitectura propios.
Política:
La
política en la Polis se manejaba a través de tres principales instituciones:
Los
magistrados:
Eran los que ejercían el poder ejecutivo del gobierno, administrando y
dirigiendo la Polis. Esta función no era ejercida a perpetuidad, sino que se
asumía durante un año para evitar que se convirtieran en reyes. Sin embargo,
estas magistraturas solían estar ocupadas por miembros poderosos y de la
aristocracia.
Su
nombre varía según la Polis. En Atenas y Beocia se llamaban arcontes, en
Esparta éforos y en Mileto pritanos.
Los
consejos:
Su función era aconsejar a los magistrados en su tarea de gobierno.
Dependiendo de la Polis, la función del consejo podía variar. Por lo general
nombraban y aconsejaban a los magistrados. También podían hacer funciones
judiciales y legislativas. Los consejos recibían distintos nombres: Areópago
en Atenas, Gerusía en Esparta, Sinedrión en otras polis.
Las
asambleas:
Era la institución política en la que reposaba la soberanía del pueblo. Conforme
se desarrolló la Polis, la asamblea fue adquiriendo más competencias y acabó
ejerciendo un poder legislativo. Las asambleas también recibían un nombre
distinto según la Polis: Eklesía en Atenas, Apella en Esparta, Ágora en
Delfos y en Tesalia, Heliea en algunas polis del Peloponeso.
Estructura
de la Polis:
Casi
todas las polis compartían rasgos urbanísticos comunes:
-
Acrópolis (o ciudad alta): Fortaleza o ciudadela fortificada que
se construía aprovechando alguna elevación del terreno como la cima de una
colina y era el lugar donde se resguardaban, en caso de conflicto bélico,
todos los miembros de la comunidad (ciudadanos, artesanos, campesinos,
mercaderes y esclavos) y donde se construían los edificios políticos,
económicos y religiosos de la Polis. Algunas acrópolis se convirtieron en el
centro religioso de la ciudad como sucedió en Atenas.
-
Ágora o plaza pública: constituía el centro de la Polis en el
que se concentraban la actividad comercial (mercado), cultural y pública. Era
el lugar donde se reunían los ciudadanos. Solía ubicarse junto al puerto en
las ciudades marítimas. El ágora ateniense estaba situada frente a la entrada
de la acrópolis.
-
Muralla defensiva que rodeaba los principales barrios de la Polis: Cuando el
núcleo urbano era pequeño las murallas no eran necesarias porque los
habitantes podían resguardarse en la acrópolis, pero conforme la ciudad
crecía y se extendía surgía la necesidad de construir murallas. Algunas polis
como Esparta nunca tuvieron murallas. En caso de guerra los vencedores solían
imponer a los vencidos la demolición de todas las murallas y la prohibición
de reconstruirlas.
El Imperio: Roma
Roma
contaba con un sistema político totalmente centralizado, caracterizado por
ser absolutista, ya que toda la autoridad y el poder recaía sobre el
emperador. Entre las características que se pueden destacar de este sistema
de gobierno romano, están las siguientes:
- El emperador contaba con toda la autoridad, tanto a
nivel ejecutivo, legislativo, militar, judicial y religioso.
- El senado actuaba como consejero del emperador, no
tenía poder para tomar decisiones.
- Las asambleas mucho menos tenían autoridad ni poder,
se realizaban a fin de preservar la tradición romana de los antiguos sistemas
de gobierno.
- El mismo emperador tenía la autoridad de elegir
quienes iban a ocupar los distintos puestos del magistrado.
Organización
social:
La
sociedad romana era muy diversa, y se crearon distinciones de clase que
consistían básicamente en los siguientes niveles:
Patricios: Representaban
la clase social más importante, la cual gozaba de todos los privilegios en
sentido político, fiscal, judicial y cultural. Se les consideraba
descendientes de los fundadores romanos, por lo que eran parte de la clase
noble de Roma y hasta de Europa. Los patricios formaban parte del senado y
contribuyeron al desarrollo del imperio romano de aquella época.
Plebeyos: Los “plebeyos”
era el término que se le daba al pueblo en general que no gozaba de todos los
beneficios del Estado, pero que luchaba por obtenerlos. Se les separaba de
los patricios debido a que no podían demostrar que eran descendientes de los
fundadores de Roma, por lo que se creía que no tenían sangre romana como tal.
Libertos: Estos
representaban a los esclavos que habían sido liberados por sus dueños, algo
que se hacía por distintas razones. En este aspecto, se puede mencionar el
caso de muchos gladiadores que fueron liberados por el emperador después de
que ganaran batallas importantes en los coliseos romanos.
Esclavos:
Los
esclavos eran aquellos prisioneros tomados de las guerras ganadas contra los
distintos pueblos que dominó el imperio romano. Estos se ponían a la venta en
mercados de esclavos, justo como si fueran un producto, donde gente
influyente o con riquezas dentro de los plebeyos o patricios los adquirían.
Pero cabe destacar que esta esclavitud era sobre todo una clase social, la
más baja, de la cual se podía salir pagando por la libertad u obteniéndola
por parte de los amos.
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Tras
la desintegración del Imperio Carolingio, la debilidad de los reyes se hizo
evidente. Sus sucesores se vieron obligados a ceder gran parte de su
autoridad a los condes y marqueses, para obtener su apoyo. Para asegurarse la
lealtad de estos nobles, los monarcas les entregaron tierras: los feudos.
Por
otro lado, las invasiones de vikingos, sarracenos y húngaros aumentaron la
inseguridad general, lo que obligó a los reyes a encomendar a los nobles la
defensa de sus territorios.
La
crisis del poder y el clima de inseguridad, sumados a la decadencia del
comercio y de la industria, contribuyeron al nacimiento de un nuevo sistema
social, económico y político, el feudalismo, y de una institución: la
caballería.
El
feudalismo fue el sistema de organización política, social y económica
preponderante en la Edad Media. Con el feudalismo, se creó un nuevo sistema
que permitió el equilibrio y la ayuda mutua entre la realeza y la nobleza,
dando lugar a un nuevo reparto de poder y riquezas. El modo en el que lo
desarrollaron fue el vasallaje, subordinación de los segundos respecto a los
primeros.
En
este «pacto» se establecían relaciones mutuas, en las cuales el vasallo
recibía una tierra donde habitar, sumado a protección militar. A cambio de
esto, el vasallo entraba en una relación de dependencia con el señor feudal,
debiendo trabajar la tierra y tomar las armas en defensa de su señor en caso
de ser necesario. Además, debía pagar tributo de su cosecha o producción.
Al
ser un contrato voluntario, no se trataba de una relación de esclavitud (ya
que el señor tiene obligaciones con sus señores), pero tampoco podemos hablar
de hombres libres, ya que no podemos decir que las condiciones eran de igual
beneficio para ambas partes: Los campesinos que se volvían vasallos no tenían
más opción que aceptar, debido a sus condiciones de pobreza.
Las
actividades económicas eran bastante restringidas y consistían principalmente
en la agricultura. La producción era básicamente artesanal, ya que todavía no
existía la industria. Uno de los rangos más distintos de la Edad Media con la
Modernidad es la aparición de la industria.
Características
del feudalismo:
El
feudalismo no evolucionó de igual manera, ni surgió ni terminó al mismo
tiempo en Europa Occidental. Sin embargo, este sistema social, económico y
político tuvo características similares en todos los países:
·
El poder central desapareció y se fragmentó en los
distintos feudos. En ellos, el señor acaparó las funciones propias del
Estado, como, por ejemplo, legislar, imponer impuestos y administrar
justicia.
- Los lazos de dependencia se hicieron personales:
desapareció la concepción del hombre ligado a un estado y a unas leyes
territoriales y se originó la dependencia de un hombre con respecto al otro.
- La tierra adquirió una enorme importancia económica,
Por eso, la agricultura fue la base de la economía. La vida rural predominó
frente a la urbana.
- La economía fue de autoconsumo, pues cada feudo
consumía única y exclusivamente lo que producía.
- La sociedad, fuertemente jerarquizada, fue dominada
por dos grupos sociales privilegiados: la nobleza y el clero.
- La Iglesia católica se consolidó como una
institución de enorme poder religioso, político y económico.
Por
otra parte, durante la Edad Media la Iglesia Católica conquistó y mantuvo un
gran poder. Poseían el poder económico, adquirido con grandes donaciones de
tierras hechas por los creyentes a cambio de recompensas posibles en el
cielo. Se estima que la iglesia católica llegó a controlar un tercio de las
tierras de labrantío en Europa occidental. Por lo tanto, era una gran señora
feudal en un momento cuando la tierra constituyó la base de la riqueza de la
sociedad.
La
vida cotidiana estaba impregnada de pequeños rituales católicos, que
demostraron el gran poder de la religión. Desastres y epidemias se atribuyen
generalmente al diablo y se resolvieron a través de exorcismos, signos de la
cruz y otros simbolismos católicos. El poder de la iglesia se distinguió de
los demás, ya que además del territorio bajo su jurisdicción política, ella
tenía el poder espiritual sobre casi todo el territorio europeo.
La
ciencia quedaba limitada al conocimiento religioso. Este dominio, construido
durante la Edad Media, debía estar presente en la vida de diferentes estratos
sociales. Era la Iglesia que representaba por su función religiosa la
seguridad a la población medieval aterrorizada con la muerte, y sobre todo,
con lo que pudiera ocurrir después de la muerte. La falta de alimentos de
subsistencia, las enfermedades y las condiciones serviles extenuantes eran
atenuadas y toleradas por la población por un mensaje religioso. Esa
influencia al principio puramente espiritual pasa a extenderse para el ámbito
político, en la medida que eran los papas quienes coronaban a los emperadores
en las ceremonias de consagración.
Algunos
miembros de la Iglesia Católica eran extremadamente importantes para la
preservación de la cultura. Los monjes copistas dedicaron su vida enteramente
a copiar y guardar el conocimiento de las civilizaciones antiguas, sobre
todo, de los sabios griegos a quienes admiraron. Gracias a los monjes, esta
valiosa cultura se conserva en la actualidad. La cultura en la Edad Media fue
fuertemente influenciada por la religión católica. Las pinturas, esculturas y
libros fueron marcados por el tema religioso. Las vidrieras de las iglesias
trajeron escenas bíblicas, porque era una forma didáctica y visual para
transmitir el evangelio a una población compuesta casi en su totalidad por
personas analfabetas.
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El
ideal de la Ilustración fue la naturaleza a través de la razón. En realidad,
no es más que el espíritu del Renacimiento llevado hasta sus últimas
consecuencias, en manifiesta oposición con lo sobrenatural y lo tradicional.
El Ilustrado llegaba al amor al prójimo partiendo de la razón y no de la
Revelación.
La
ilustración es la ideología y la cultura elaborada por la burguesía europea
en su lucha con el absolutismo y la nobleza. También puede ser definida como
la culminación del racionalismo renacentista. Se trata de un fenómeno
iniciado en Francia, que se va extendiendo por toda Europa a lo largo del
siglo XVII. La Ilustración es la postura crítica que adopta la burguesía
frente al orden establecido.
El
término burguesía fue empleado en la Edad Media para designar al grupo social
compuesto esencialmente por comerciantes, artesanos libres y personas no
sometidas a la jurisdicción señorial que vivía en las ciudades. En la
actualidad es utilizado coloquialmente para designar a la clase social
integrada por quienes disfrutan de una acomodada situación económica.
La
burguesía es un sector social nacido del ejercicio del comercio, que tomó su
nombre por vivir en las ciudades (burgos). Como grupo comenzó a existir desde
fines del medioevo, pero logró su máximo poder luego de que la Revolución
Industrial les permitiera acumular considerables sumas de dinero. Fueron los
burgueses los que lideraron la Revolución Francesa, y terminaron con el
privilegiado y estático Antiguo Régimen.
En
el siglo XIX la industrialización y las revoluciones liberales le otorgaron
el poder económico y político. Los revolucionarios socialistas y anarquistas
consideraban a la burguesía la clase que, frente al proletariado (los
obreros), ostentaba la propiedad de los medios de producción (capital
dinerario, máquinas, materias primas, las fábricas, inmuebles urbanos,
tierras, etc.)
Sin
embargo, la burguesía decimonónica como clase social era muy heterogénea y en
su seno podían distinguirse los siguientes grupos:
La
Alta burguesía:
Situada
en la cúspide de la sociedad capitalista. Controlaba las industrias, la
banca, el comercio y los altos cargos de la administración del Estado. Se
adueñó de muchas tierras procedentes de la Iglesia y la nobleza arruinada,
transformándose en terrateniente. Familias de significada relevancia durante
el siglo XIX fueron los Rothschild (banqueros y comerciantes), los Krupp
(magnates de la siderurgia), los Thyssen o los Péreire.
La
burguesía media:
También
conocida por "clases medias". Estaba integrada por profesionales de
alta cualificación (abogados, ingenieros, intelectuales, profesores
universitarios, miembros de profesiones liberales, etc.), comerciantes,
agricultores acomodados, etc.
La
pequeña burguesía:
Constituida
por pequeños comerciantes, artesanos, funcionarios de nivel medio-bajo,
empleados diversos. Imitaba las formas de vida de la burguesía alta y media.
En realidad, se encontraba a un paso de la proletarización. Buena parte de
los problemas que aquejaron a este colectivo coincidían con los de los
trabajadores. Junto a ellos intervinieron en protestas, demandas y
reivindicaciones comunes, como ocurrió durante la Revolución de 1848.
Será
la burguesía la que asuma el protagonismo en este siglo, que se enfrenta al
sistema político-social establecido, aspiran a destruir el denominado
“Antiguo Régimen” sintetizado en el absolutismo y los privilegios de la
nobleza y clero, elabora una cultura nueva: la Ilustración.
Destruido
definitivamente el sistema político del absolutismo monárquico, luego de las
oleadas revolucionarias del siglo XIX, esta clase social, ocupó
democráticamente en el mundo capitalista, los cargos gubernamentales
relevantes, reuniendo el poder político y económico. Opuesto a este enorme
poder burgués dado por la propiedad privada de los medios productivos, se
alzará la ideología del comunismo, que dividió, especialmente durante la
Guerra Fría, al mundo en dos bloques, hasta la caída de la URSS.
En
lo concerniente a las relaciones internacionales europeas, apareció un
sistema político llamado a tener un gran predicamento: el equilibrio europeo.
Esta fórmula, propugnada por Inglaterra, representaba el instrumento político
del naciente imperialismo británico. A través de este sistema, Inglaterra
lograba eliminar cualquier rival peligroso en el continente, enfrentándolo
con otra potencia o con una coalición, mientras que su flota se imponía en el
Océano y sus tropas conquistaban la supremacía en el mundo colonial. En este
sentido, no hay duda de que el siglo XVIII inició la preponderancia política
inglesa, como el siglo XVII había sido de predominio francés y el XVI, de
auge español.
Revoluciones
Burguesas:
Las
revoluciones burguesas fueron movimientos revolucionarios dominados por el
sector social de la burguesía, que tuvieron lugar en distintos escenarios
desde finales del siglo XVIII y hasta el período de la Primera guerra mundial
(1914-1918).
El
ejemplo paradigmático es la Revolución Francesa (1789), aunque también
ingresan en esta categoría historiográfica la revolución de 1848 en distintas
zonas de Europa o los procesos de independencia en las regiones americanas
bajo dominio hispano. Algunas corrientes sostienen que su origen puede
remontarse al nacimiento de la burguesía europea en el ámbito urbano
medieval.
El
fin de este período es marcado por los historiadores con la eclosión de la
Revolución Rusa en 1917, que a diferencia de las revoluciones burguesas
(también llamadas revoluciones liberales) contó con un papel vital del
proletariado y el sector obrero. El propósito final de las revoluciones
burguesas era acabar con las limitaciones impuestas por el absolutismo
monárquico para el desarrollo de la burguesía (clase media acomodada).
Inspirada
en las ideas de la Ilustración, la clase burguesa buscaba liberar su fuerza
productiva y económica, lograr el ascenso social y alcanzar espacios de poder
político.
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